INDIOS
- Vamos a terminar con la vida de esta ladrona, ¡por fin!
O tal vez podamos seguir vendiéndole como lo hizo su abuela toda su miserable vida hasta que pague por lo que nos ha robado.
Tomando una de sus más poderosas armas, los indios sacan un cuchillo filoso de piedra y sin hesitar lo clavan en el pecho de la joven.
Sudando y casi al borde de un desmayo, Ulises despierta asustado de esa terrible pesadilla.
ULISES
- No puede ser, no puedo rendirme, debo seguir buscando a Eréndira, estoy seguro de que ella me ama y haría lo mismo por mí, debo recobrar fuerzas y seguir mi camino por ella, solo la muerte podría apartarme de mi amada.
Después del sueño, Ulises se levantó a toda prisa de donde estaba, recogió las pocas cosas que tenía y emprendió la marcha en busca de su amor. Siguió su travesía por un rumbo estrecho en muy malas condiciones. Su fortaleza interna era superior a sus deseos humanos; luego de cinco horas sin probar bocado ni beber siquiera un poco de agua seguía caminando, incluso, cuando sus piernas no respondian y la deshidratación ya era infame, sin embargo, nunca se detuvo siquiera para verificar su dirección. Siguió el camino con esmero hasta que:
- No puedo seguir, no siento las piernas y mis ojos no responden, perdóname Erendira.
El joven cae desplomado a mitad de la trocha sin darse cuenta que estaba ya muy cerca de una casa de uno de los amigos de su padre, un viejo amigo que conoció en uno de sus viajes comerciando joyas y quien le tenía mucho cariño a Ulises. Lo que era un enamorado como Ulises en ese entonces era tan solo un pequeño de 5 años, Arjen era el nombre del amigo del padre de Ulises, un hombre de origen holandés quien no pudo tener hijos con su esposa y por esa razón tenía tanto cariño a Ulises quien lo acompañó en muchos de sus viajes.
ARJEN
- ¿Que pasa afuera?, ¿Por qué tanto alboroto?
Dijo Arjen llamando a uno de sus perros.
- No puede ser es un joven, que no esté malherido, qué penurias habrá pasado este joven, se encuentra muy delgado y parece que no ha comido en mucho tiempo, debo ayudarlo.
Arjen toma a Ulises por los hombros y lo sube a una carretilla para poder entrarlo a su casa.
Unas horas más tarde cuando el sol ya asomaba y los gallos empezaban a cantar Arjen decidió prepara algo de comer al muchacho y esperar a que despertara.
ARJEN
- Espero que este muchacho despierte pronto y pueda comer algo, sería una pena que siguiera así de débil y no despertará nunca más.
De pronto se escuchó un ruido al otro lado de la casa.
ULISES
- ¿Dónde estoy? parece que mi final llego y estoy viviendo en el paraíso, parece que no, de ser el paraíso estaría con Eréndira, no recuerdo nada pero me siento mejor, creo que ya he recobrado mis fuerzas.
El joven sale de la habitación y descubre en la esquina a Arjen sentado en una mecedora bebiendo un poco de ron y fumando un habano.
- Buen día señor, no recuerdo nada pero sé que usted me ha traído aquí, le agradezco de antemano por salvarme la vida; no quiero abusar de usted y de su confianza pero ¿tendrá usted algo de comer para ofrecerme por favor?
Ulises sorprendido se da cuenta de que aquel hombre era su viejo amigo, la cadena de oro en su cuello era inolvidable, una cadena con un símbolo holandés antiguo que significaba “patria” tallada a mano, exactamente igual a la que llevaba su amigo, aquel que le dio tantos consejos cuando era un niño y del cual aprendió tantas lecciones en compañía de su padre.
ULISES
- ¡Arjen viejo amigo que bendición encontrarte de nuevo! , cuánto tiempo ha pasado, creímos que estabas muerto después de aquel motín en el puerto de Buenaventura hace tantos años.
ARJEN
- La vida aún se agracia con mi presencia muchacho, después de tanto tiempo dedicado al comercio decidí invertir mis ahorros en descansar los últimos años de mi vida, luego de la muerte de mi amada esposa en Ámsterdam.
Para responder con tu pregunta, te he preparado algo de comer, está en la mesa roja de la esquina, debes comer para recobrar fuerzas, también puedes beber ron y asearte, debajo de la cama hay ropa limpia, toma lo que necesites muchacho.
ULISES
- Gracias amigo mío, tal parece que la vida decidió reunirnos de nuevo en el momento que más lo necesitaba, ¡bendito seas!
Ulises comió lo que Arjen le había preparado, mientras le contaba su historia y la difícil travesía que hasta ese día había soportado por su amada.
ARJEN
- Muchacho cuántas penas has pasado por aquella muchacha, son pocos los hombres que harían algo semejante por una mujer, además, las condiciones de sus encuentros no han sido convenientes, hace tiempo escuche la historia de un hito de la región, creo que la historia estaba basada en aquella joven que ahora persigues con tantas ansias, escuche todo tipo de aberraciones sobre ella y su lamentable vida.
ULISES
- Erendira ha pasado por muchas adversidades, nunca olvidaré la forma en la que me miro aquella vez en la carpa y su sonrisa tímida pero pura, tengo que encontrar a mi amada.
Ulises decide asearse tal y como Arjen le propuso, el joven se quitó la ropa y llenó un balde con agua, tomó una totuma de coco y empezó a lavarse la cara, después todo el cuerpo, luego se cortó el cabello y fue en busca de ropa nueva.
El joven encontró un trozo de hoja en el bolsillo de su pantalón
ULISES
- ¿De dónde ha salido ese trozo de hoja? No puede ser, es una carta de Eréndira ¡pero como no me he dado cuenta antes!, que desgracia.
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